When I said That I wouldn’t be thinking about you You thought you knew the truth but you’re wrong You’re all that I need Just tell me that you still believe
Nombre: Alexia. Apellido: Allwright Nació en: Alemania. Sexo: Femenino. Sexualidad: Hetero. Edad: 17 Descripción psicológica: Pese a su curioso y algo traumático pasado, la chica en el fondo nunca ha perdido sus ganas de seguir viviendo jovial y enérgica como ella era naturalmente. Y de hecho lo sigue siendo. Simplemente ha perdido la práctica, o incluso la capacidad por completo, durante todo aquel tiempo de aislamiento de lo que creía antes que era una alegre y justa sociedad. Dándose cuenta de que la gente era capaz de mentirla sobre cosas importantes, de hacer daño a los demás, y de matar a sus seres queridos por simples descuidos, dejó de intentar socializar con ella durante los largos años que pasó engañada con su padre, y sin su madre; para siempre. Ahora, en el instituto, está intentando volver a ser como la que era antes, una niña feliz y con ganas de vivir una vida que ya se le fue arrebatada haría mucho, pero que ahora le daba una segunda oportunidad para empezar de 0. Una segunda... y una tercera.
·Le gusta: Los objetos brillantes, las cosas misteriosas y estar rodeada de gente, hacer amigos y parecer enérgica y feliz todo el tiempo. Aunque a veces también le gusta disfrutar de la tranquilidad con música en el salón. Además lee bastante. Y sentirse segura.
·Le desagrada: Odia la soledad, le da pánico y un profundo miedo quedarse sola. También detesta a las personas que van de duras, con un corazón inatravesable, de piedra, pero que en realidad son tan pisoteables que dan pena. La música pop, y estudiar durante demasiado tiempo, ya que cinco años después es de las que creen que por cada hora de estudio, aun le corresponden dos de juego, como si de una cría se tratara. Aun así, tampoco es que saque malas notas. Odia que sus padres no paren de llamarla al móvil cada dos por tres mientras no está en horario de clases, y mas que se enteren cuando saca malas notas.
·Descripción física:
Es una chica poseedora de una visible a simple vista, y deslumbrante belleza. De tez pálida, es bastante alta y constitución delgada, dando aspecto de fragilidad a su vez. Nació con un extraño rasgo físico, y es que posee ojos de distintos colores. Uno de ellos es de color miel intenso, mientras que el otro es de un curiosamente azul claro. De pelo rubio, largo y sedoso, con un brillo natural impresonante, siempre bien cuidado y peinado, aunque algo revuelto y caótico. Pero eso no hace mas que darle ese toque de rebeldía que tanto se esfuerza en conseguir, esa faceta liberal que cree no ser mas que simple fachada para no parecer tan frágil, pero que en el fondo realmente está de acuerdo con ella.
·Vestimenta: Normalmente, en los días normales, tiende a llevar unos cortos y casi provocativos shorts conjuntados con unos bonitos y elegantes corsés que tanto le gustan, dejando sus hombros y a veces incluso la espalda al descubierto. Pero a veces le dan curiosos venazos que consisten en vestirse con elegantes vestidos dark.
·Clase: 4ºA
·Club: Atletismo (especializada en vayas).
·Historia:
Y aquel día su vida se desmoronó por completo...;
Hija de una familia bastante adinerada, siempre había sido hija única, hasta que se vio en una extraña situación en que, con doce años, tuvo que asimilar que iba a tener pronto una hermana pequeña. Sabía mas o menos lo que iba a ser, porque sus padres, emocionados, habían estado hablándole de todo; de su llegada al mundo, de la convivencia entre la familia, y muchas mas cosas que alterarían por completo su vida. Según sus padres, para bien. Y Ale esperó con ansias ese día. Acogió la idea, de primeras, bastante alegremente, entusiasmada y con unas increíbles ganas por que el día de verse como la hermana mayor llegara. Y justo el día de su cumpleaños, su undécimo, se vio esperando a si misma junto con su amable y tierno padre, que siempre había sido atento y sacrificado por su familia, como un honrado y exitoso comerciante de libros antiguos, en la sala de espera del hospital. Su madre estaba de parto, y- pensaba- aquel era el mejor regalo de cumpleaños que podría haber deseado nunca.
Y estuvieron allí horas y horas, mientras Alexia no podía despegarse del portátil que le habían regalado sus padres por la mañana, junto con la mini fiesta familiar que le montaban cada año, y que tanto adoraba la niña. Pero que a partir de aquel día no volvería a repetirse.
El tiempo empezó a hacerse cada vez mas pesado. El rostro de su padre se había tornado de pronto a una expresión de auténtica gravedad y horror tras hablar con una enfermera. No tuvo el valor suficiente para preguntar y, aunque mas preocupada, siguió explorando por su nuevo portatil. Jugando esencialmente al buscaminas. Horas... y horas. Demasiadas. Eran las tres de la madrugada, y Alexia se había quedado dormida en el regazo de su padre, cuando de repente este le despertó para apartarla y sentarla con cuidado en la silla, mientras una enfermera se le acercaba y le pedía hablar algo alejados de la niña. Alexia, aun sin estar del todo desperezada, observó la escena, desorientada. Y notó como su padre asentía con la cabeza con nervisismo. Su rostro se volvió sombrío, y los ojos se le humedecieron. Este enterró su rostro entre sus manos, mientras la enfermera posaba una mano en su hombro a modo de... ¿consuelo? Alexia, demasiado cansada como para pensar, en medio de la confusión, volvió a quedarse dormida.
Al día siguiente se vio despertando en su propia cama de aquella gran casa, tan lujosa, en la que vivían. Lo primero que le vino a la cabeza era la cara de un bebé sonriente. El que- imaginaba- vería nada mas asomarse por la puerta de la habitación de sus padres.
Entonces, antes de siquiera desayunar, ni vestirse, absolutamente nada, salió corriendo con una infantil y amplia sonrisa en su rostro, olvidando que había tenido que pasar su cumpleaños muerta de asco esperando toda la noche, terminando agotada, y se precipitó hacia la habitación de sus queridos, atentos y amados padres.
O padre, mejor dicho, a partir de aquel momento. Este se encontraba metido en la cama, hecho un hovillo entre las sábanas. Y allí donde debía situarse la cara, estaba húmedo. Su padre se había pasado mucho tiempo llorando.
Ale, sin saber qué estaba pasando, aun sin borrar la sonrisa del todo del rostro, se acercó y lo zarandeó un poco para despertarlo.
-Papi..., papi. ¡Buenos días! ¿Mami y hermanita siguen en el hospital? Claro, tienen que recuperarse. Que yo soy muy lista y se como van estas cosas. ... ¿Papi...? Paaaapi...- y volvió a zarandearlo un par de veces mas, hasta que el bulto de la cama empezó a moverse, y se aclaró la garganta. O eso pareció.
-Ale..., vete a tu cuarto, ahora voy- dijo la voz de su padre, aunque algo ronca. Pero era él, lo reconoció. Pese a que Alexia ahora se mostraba mas inquieta que otra cosa, se fue hacia su habitación y aprovechó para vestirse y arreglarse, ya que supuso que no tardarían en volver al hospital para visitarlas.
Y cuando estuvo del todo lista, allí estaba el. Arreglado, con unas cuentas ojeras y los ojos hinchados, pero una amplia aunque neviosa sonrisa en su rostro. -Eh, Ale, guapa, ¿qué tal has dormido?- preguntó amablemente mientras se acercaba a ella y la abrazaba tiernamente. -Bien, papi. Venga, ya podemos irnos.
-¿Irnos?, ¿irnos a donde? ¡Ah! Si, hija, hoy es tu cumpleaños, ¿creías que me había olvidado?- y rompió a nerviosas carcajadas-. Tonta... Mi niña preciosa, ¡felicidades! ¿A donde quieres ir a comer?- le preguntó. Siempre que era su cumpleaños lo celebraba con su familia. Porque no tenía amigas. Porque la educación siempre la había recibido en su casa.
-¿Papá?- pregunto perpleja la niña, ladeando la cabeza en un gesto bastante infantil. "Los mayores siempre tenían razón..." ¡Ahora lo entendía todo! Lo de antes había sido un sueño! Entonces su madre..., ¿donde estaba? Seguramente aun tenía a su hermanita dentro de la tripita, esperando a nacer.
-¡Ah, pues vámonos a... al restaurante ese en el que dan ese muñequito tan mono, ese panda!- respondió con una amplia sonrisa de oreja a oreja, mientras observaba por le rabillo del ojo, algo extrañada, que el portatil de sus sueños estaba encima de su mesita de noche. Pero lo ignoró. Su padre asintió con la cabeza tranquilamente, y aquel día comieron en aquel restaurante. Y le dieron de regalo aquel panda tan mono.
Del cual ya nunca se separaría...
Durante la comida preguntó por su madre y su hermanita, y su padre le respondió que su madre se había ido a Inglaterra, con su familia, puesto que su madre era inglesa y su padre alemán, a un hospital muy bueno donde la atenderían mejor que aquí.
Y pasaron los años, y los años, y su madre no volvía. Durante los primeros días tras unos meses Alexia preguntó día si, día también. Su padre al principio le respondía pacientemente que iban a tardar bastante, que el bebé estaba tardando en nacer. Pero tras las semanas sus contestaciones empezaron a ser mas bruscas, y la expresión en el rostro de su padre cuando sacaba el tem le daba miedo.
Y mediante se iba haciendo mayor, sobre los quince años, cuando ya tenía plena consciencia y una acertada forma de ver el mundo real, empezó a darse cuenta de lo que pasaba. Había pasado cuatro años sin ni madre ni hermana. Se había terminado acostumbrando a la soledad, el vacío en su corazón, siendo fuerte e intentando aparentar ser tan feliz y enérgica como siempre.
Pero entonces, cuando empezó a asimilar que ya nunca mas volvería a ver ni a su madre ni a una hermana que en realidad nunca existió, empezó a deprimirse. Y a enfermar. Sobretodo a enfermar. Tanto, que su padre, preocupado por ella, no dudó en mandarla lejos de allí. Romper su rutina, hacer cambiar su vida de tal manera que nunca mas volviera a pensar en ello. Debía distraerla y volver a hacer de ella la niña feliz que era antes. Aislarla de la sociedad. De la familia que ya no tenía, y de las demás que vivían con normalidad en sus casas. con una normalidad que Ale siempre envidió.
Y entonces fue cuando la mandó al Angel's Grace de Inglaterra, ne medio de aquel bosque en el cual podría aislarse de aquella sociedad. Hacer amigos, y descubrir todo un nuevo mundo. Pero lo que su padre no sabía era que iba a descubrir dos mundos. Y uno de ellos no demasiado bueno para su salud ni mental ni física.
Ale aceptó la idea con energía y un nuevo entusiasmo que no había sentido desde hacia mucho tiempo, y en seguida la mandó a Angel's Grace, en el cual hizo amigos rápidamente. Pero un buen día le llegó aquel mail extraño. Se hizo una gatita. Siempre había querido probar un MMORPG, y el hecho de que en aquel se pudieran crear aquel tipo de razas y profesiones le parecía realmente adorable.
Aun así no le enseñaban la apariencia de su avatar, ni podíapersonalizarlo. Y cuando creía que le darían la opción tras crearlo, la pantalla se tornó negra y durante un dia Ale se olvidó del tema. Pero entonces un tercer mail le llegó, dándole curiosas instrucciones que la chica, maravillada por el misterio de todo aquello, no dudó en seguir. Su vida al fin empezaba a mostrarse con un poco de emoción, estaba empezando a vivirla intensamente de nuevo, y no pensaba malgastar esa oportunidad. Se adentró al espejo, dándole igual que se la tragara para siempre y que la matara... puesto que había perdido las ganas de vivir hace mucho tiempo. Pero lo que se encontró allí... fue demasiado. Y quizás, con el tiempo, al descubrir todas las maravillas de aquel nuevo mundo, de aquella segunda oportunidad que le daba, aquella segunda vida que empezaba de 0, empezaría a volver a tener ganas de seguir adelante.