Aquel iba a ser un dia tranquilo. Ya lo tenía decidido.
Pasaba de ir a clases, pasaba de caminar por los etsresates pasillos de un lado para otro, estudiando, ocupada y siempre de mala leche, rodeada de aquellos chicos a los que por naturaleza tanto odiaba.
Ahora se encontraba sentada en lo alto de la pequeña construcción cuyo interior poseía las escaleras que descendían hacia el último piso de aquella torre principal del internado. Había conseguido subir allí con un alto salto, los cuales estaba acostumbrada a dar a causa del impulso que solía ganar en las piernas practicando con su skate.
Dispuesta a olvidar todo aquel inquietante y molesto ambiente, se había decidido por pasar absolutamente todo el dia allí arriba, en la azotea, con la leve brisa que se levantaba tan habitualmente y las impresionantes vistas de aquel inmenso bosque.
Se había llevado una mochila con comida dentro con tal de comer y cenar allí.
Podía ser una idea alocada, o incluso para algunos aburrida, pero la chica acababa de salir de una semana intensiva de examenes, y necesitaba descansar totalmente aunque fuera durante únicamente un dia entero.
Además..., desde que llegó al instituto había sido imposible el evitar contacto con algunos alumnos de por allí, formando sus primeras... curiosas y casi siniestras experiencias torturando chicos.
Tenía una manía extraña, pero no podía evitar comportarse así, teniendo tan recientes las cicatrices de hechos de un pasado al aprecer no tan lejano.
Se llevó una mano a la muñeca, la cual llevaba aun vendada...
Suspiró y miró al horizonte.
Tenía un mal presentimiento, como si fuera inoportuno el permanecer allí aquel día, como si sus planes para pasar una temporada sola, en silencio, tranquila, fueran a verse extravagantemente interrumpidos.

Ahhh la azotea, un lugar tan pacífico, tan relajante y tan olvidado pero aun así tan bañado de oportunidades, de vida y de acción. Solo hacía falta verlo con ojos bien abiertos, algo que a Haine se le daba natural.

Nuevamente había escapado de clases para pasar el tiempo leyendo en aquel lugar, simplemente le fascinaba la sensación de una emocionante lectura uniendo el trabajo de las neuronas, la imaginación y dándole a ello una pequeña pero siempre picante pizca de adrenalina... ¿Adrenalina?...si, eso, al fin y al cabo las alturas siempre crean una sensación de inestabilidad que obliga al corazón a palpitar con mas fuerza, a los vellos de la piel a excitarse y a la caja torácica a abrirse con mayor velocidad... oh si, un gran sentimiento. ¿Acaso se mencionó que estaba de cabeza colgado en el barandal?

- Ah la libertad - Susurró volteando su rostro hacia el suelo, lo cual estando de cabeza sería para arriba si hablamos de anatomía, para marcar una gran sonrisa adornada por su mascara coreana. La parte superior de su cuerpo se veía algo descubierta debido a su playera roja carmesí cayendo dejando ver su marcado abdomen, sus piernas mostraban cierta tensión al estar entre cruzadas alrededor de uno de los barrotes principales del barandal. Definitivamente no era la postura de una persona normal, pero bueno, ya llevaba varias horas ahí y empezaba a ser hora de cambiar su posición, esta ya estaba perdiendo el efecto amenazante.
Es entonces que al doblar su cuerpo logra notar a una chica que, sentada entre la soledad, demostraba tener un carácter que aberraba claramente a las multitudes. Eso y sus moribundos orbes dejaban claro un siniestro pasado, vaya parecía algo que compartian muchas personas en tan "prestigioso" internado.

- "Aquel que sabe de dolor, todo lo sabe" - Citó a Dante Alighieri, autor del libro que en ese momento había leido mientras regresaba a una postura más "normal" al recargar su espalda contra el tubo y dejar su cuerpo sentado en la edificación, con solo un burlesco mirar y una extraña sonrisa apuntando hacía la fémina.

[No estoy segura de poder comentar aquí -w- así que si ves que sobro, me borras! XD]

- Azotea, azotea, azotea, azotea...- repetía y repetía Christi, contenta. Era el mejor momento del día para ella, cuando Coraline se dignaba a soltar los endemoniados libros de ciencias y subían a la Azotea a dibujar, leer o simplemente sentarse contra el viento y sentir la brisa contra la piel. Llevaba el pelo suelto, al fin! Le tocaba a ella decidir y las coletas siempre la habían molestado.

- Para ya, por favor... - pronunció Coraline, manteniendo la calma.
- Eres taaaaaaaaaaaaaaaaaann~ aburrida - se burló Christi, como una niña chica hablando de un adulto. - Antes eras mejor...- intentando picarla. Tal vez así recuperaría a su antigua amiga, la que en vez de pedirle que se calle, recitaría aquellas palabras con ella, acompañada de una sonrisa de oreja a oreja. Pero... eso era más difícil de lo que parecía.

Coraline resopló por lo bajo y guardó silencio desde ese momento hasta que llegaron a su destino. No tenía ganas de discutir y menos de que la viesen hablando sola y la tomasen por loca...Christi tuvo que conformarse con su silencio, esperando que el aire fresco y un rato dibujando juntas, la relajara un tanto.
Antes de salir fuera escuchó una voz masculina recitando a uno de los pocos poetas que la habían conquistado. Se asomó disimuladamente y alcanzó a ver dos figuras. Los conocía, había memorizado automáticamente sus rostros al verlos por el pasillo, igual que hacía con todos los alumnos de aspecto...a su ver, interesante. Allí escondida, sopesó si salir o marcharse a otro sitio, mientras contemplaba la escena.