- ¡Tienes que verlo! ¡Es alucinante! - exclamaba Christi mientras recorría el pasillo a zancadas. Tarde bien entrada en Angel's Grace, el sol naranja se colaba por las ventanas antes de morir en el horizonte.
- Aún no me puedo creer que hayas ido mientras dormía...- apuntó Coraline, algo herida. ¿Qué otras cosas habría hecho su compañera sin ella?
- Se te pasará cuando lo veas...

Tenía razones para enfadarse, pero era la primera vez que hacía algo sin consultarle. Estaba segura que su curiosidad sería más fuerte que su enfado y que todo quedaría en una tontería. Por el camino le prometió que no volvería a hacerlo para tranquilizarla y segundos más tarde...la puerta del sótano estaba frente a ellas.
<< No,...no deberíamos entrar...>>, dijo esta vez para sus adentros.
<< ¿Qué dices? >>
<< Alguien podría vernos...y está oscuro...>>
<< Todo el mundo está con los clubs y ¿desde cuándo te da miedo la oscuridad? >>, resaltando como una obviedad lo que había utilizado como excusa. Luego agregó: <<...¿segura que no quieres ver lo que hay? >>

Coraline titubeó, un pie en el descanso de las escaleras y el otro listo para salir pitando. Pero las sombras la llamaban, no podía resistirse al misterio del sótano. Necesitaba saber...
Soltó una maldición y comenzó a descender por las escaleras lo más rápido posible, antes de cambiar de idea. Al llegar abajo todo parecía aún más oscuro. Tanteó las paredes esquiando siluetas borrosas que se hacían cada vez más nítidas a medida que sus ojos se acostumbraban a la falta de luz.
- Creo que ya veooOOO~! - cantó victoria antes de tiempo, y lo primero que paso cuando se separó de la pared fue que tropezó con algo. Un golpe seco contra el suelo. Se giró despacio sobre si misma para quedar boca arriba y recuperar el aliento que tan de repente se le había escapado...- Maldición...

Y de repente viste una mano frente a tu rostro, extendida como si quisiera que la tomaras con tal de ayudar a que te levantaras.
Allí se estaba realmente a oscuras...
Nadie solía ir al sótano mas que para... lo que todos los allí presentes sabían, y ni a esa hora podía verse otra cosa que el espejo al fondo. Todo el sótano, por lo tanto, era un bonito misterio...
Y si hubiera podido ver mejor el rostro del profesor de canto e instrumental, música, podrías haber visto en este dibujado una amplia y maliciosa sonrisa.
-Oh...,- exclamó con finjida sorpresa entonces-, ¿qué podría hacer aquí tirada, en un lugar viejo y mugriento como este, una señorita como dios manda?- terminó, curioso pero a la vez intentando no resultar amenazador, si no mas bien tranquilizador.
Aun así, era su deber como profesor que a aquellas horas todos los estudiantes se encontraran o bien terminando sus actividades de club, o bien saliendo ya de las clases...
Además, MUY teóricamente, a aquella hora se debía cerrar el sótano, pese a saber muy bien que fuera o no cerrado, de una manera u otra siempre permitía el paso a los estudiantes en cuya alma habitaba aparte la del avatar.
Como fuera, allí dentro no podían haber estudiantes.
El se encontraba allí sencillamente en busca de cierto objeto viejo que debía encontrarse allí, que su club en aquel momento necesitaba.
Y es que sí, a aquellas horas el también debería estar dándoles clase...

Se sobresaltó al ver una sombra ante sus ojos, alguien que le tendía la mano. Sólo llegaba a ver que era bastante alto, pero allí casi todos eran más altos que ella.
El hecho de encontrarse a alguien más en el sótano contribuyó a su sorpresa. Aún faltaban horas para que el espejo se abriera...y si no era para atravesarlo, ¿para qué iba alguien a ir al sótano? Bueno,... habla la que contradice esa supuesta regla de oro. Acabó por concederle el adjetivo temporal de "curioso" y aceptó la ayuda que le ofrecía.

- ¿C...cómo dios...qué? - tartamudeó Coraline, al escuchar la extraña pregunta. De repente le calló la ficha, aquella voz no era del todo desconocía para la rubia. - ¿Profesor? - preguntó siguiendo una corazonada.
Nunca había tratado directamente con el profesor de su Club, pero si que le había visto con algunos de los otros miembros.

<< ¡PROFESOR! La que hemos liado...>>, le susurró Christi, apretando los dientes.